martes, 2 de diciembre de 2008

Cuando la posibilidad de una isla se disuelve

Esta tarde estaré en un no lugar donde regalan mapas. Para ablandar el asfalto de estos segundos húmedos, me he calzado botas. De gata. Las llamitas rojas ruedan por mi bañera, desagüe abajo. Calientan, pero no queman. Templada por dentro, contenida por fuera ¿Acaso es eso lo que supone ser/estar equilibrada? Mapas de lugares que no existen. Brújulas para sueños que se repiten y océanos de alquitrán por ideas. Espesas. Adv(enim)iento extraño y triste. El fin de todas las cosas tiene las pupilas dilatadas y no se entera de que esa gran avenida es, en realidad, una autopista de siete carriles con giro al infierno, solo que sin incesto de cine, ni novela de Kerouac.

4 comentarios:

Comtessa d´Angeville dijo...

¿Me traerías un mapa de ese lugar?

Elisa McCausland dijo...

Claro ;)

Meryone dijo...

los únicos mapas que me gustan son los de los lugares que no existen

si tienen barcos y esciápodos dibujados, me gustan todavía más

mua

Isabel Tejada Balsas dijo...

esa gran avenida es, en realidad, una autopista de siete carriles con giro al infierno, solo que sin incesto de cine, ni novela de Kerouac

:/


menos mal que aún nos quedan las botas de gata .*