martes, 2 de diciembre de 2008

Ida y vuelta

El camino de vuelta a casa ha sido frío. He buscado una plaza y he visto con claridad que Venus y Júpiter acompañaban a una luna creciente. No he apartado la vista durante el trayecto, tampoco he cogido el metro. Las manos me dolían, mucho. El frío ha llegado a Madrid sin permiso, traicionero. Las mañanas, aunque soleadas, cuartean los labios y agarrotan los extremos. La de este lunes, en particular, no la recuerdo. Es curioso. Inquietante. Solo vislumbro, como en un sueño, que he subido andando y no en ascensor. Del resto no me acuerdo. Esta tarde ya era noche cuando he salido del trabajo. He comprado un poco de azúcar antes de tomar la arteria principal y he pensado en el fin de semana que he pasado en un no lugar. Me han quedado pedacitos enterrados en la memoria. Los momentos, al final, son lo único que queda cuando vuelves a casa un lunes 1 de diciembre, con bufanda berenjena, chocolate entre los dedos y las zapatillas húmedas.

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